Si eres mamá este post te va a aportar una nueva visión para relacionarte con tus hijos, pero si no lo eres, ¡no te vayas!, porque algunos de los tips que voy a darte pueden servirte también para sostener las emociones de personas importantes para ti.
El tema de hoy me parece un tema maravilloso, además de muy necesario. Es un asunto que a mi me ha tocado de lleno estos últimos años.
Las herramientas que te doy las he ido aprendiendo en mis formaciones y lecturas, pero lo que realmente me ha servido ha sido ponerlas en práctica con mis hijos. Ahí es donde me he dado cuenta del valor que tiene el aprender a comunicarnos desde un lugar hermoso y esencial.
Nuestros hijos son nuestros mejores maestros de vida. Despiertan en nosotras nuestras sombras y creencias limitantes. No caer en la mamá perfecta, súper protectora y que cría a sus hijos a su imagen y semejanza no es tarea fácil.
Creo que el mayor reto que tenemos en esta aventura de ser madres es aprender que nuestros hijos no son nuestros. Son de la vida.
Que no han venido a este mundo a cumplir nuestras expectativas ni a complacernos.
Y que son personas completas y llenas de recursos capaces de madurar a su ritmo, tomar sus propias decisiones y vivir la vida a su manera.
Sí, necesitan de nosotras en ese proceso de crecimiento y madurez, ¿y sabes?, lo más importante para poder acompañarles durante ese bonito camino es aprender a sostener su estado emocional y, por supuesto, el nuestro.
Sostener las emociones de tus hijos es transformador, eso sí, si quieres de verdad aprender a hacerlo, será necesario que antes te preguntes a ti misma: ¿Con qué emociones no puedo estar yo?
Aquí tienes un VOCABULARIO EMOCIONAL para que lo leas con calma e identifiques cuáles son las emociones más habituales en ti cuando te relacionas con tus peques (o no tan peques). Esto te dará mucha informacion. (Si tienes varios hijos te darás cuenta que cada uno de ellos despierta en ti emociones diferentes)
Para poder sostener las emociones de nuestros seres más queridos antes tendremos que aprender a sostener las nuestras.
Todas las emociones son naturales. Pueden ser agradables o desagradables, cómodas o incómodas, pero todas son necesarias.
Lo que nos puede llevar al sufrimiento o a perturbarnos a nosotras mismas, no son en sí nuestras emociones, sino el juicio que hacemos sobre ellas y sobre la realidad de lo que está sucediendo.
Nuestras emociones necesitan ser sentidas, reconocidas, aceptadas y sostenidas siempre en el ahora. En el momento presente.
Las emociones tienen la función de darnos informacion. Si las rechazamos porque son incómodas o desagradables no podremos sostenerlas y obtener esa valiosa información.
¿Tiene esto sentido para ti?
Detrás de las emociones de tus seres más queridos puede haber alguna necesidad encubierta. Y detrás de una necesidad encubierta siempre hay una petición no expresada.
Deseo que las ideas y herramientas que he preparado te sirvan para sostener sus emociones, ¡y las tuyas! ¿Vamos allá?
10 Tips para sostener las emociones de tus hijos:
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A partir de ahora enfócate en observar tu estado emocional. Haz pausas para respirar y sentir qué emoción hay en ti al despertarte, cuando desayunáis juntos, de camino al cole, al trabajo, de regreso a casa, al conversar con tu hijo al final de la jornada, antes de dormirte… (Recuerda revisar de vez en cuando el Vocabulario emocional)
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Háblale a tu hijo/a de tus cosas y exprésale como te sientes tú y cuáles son tus necesidades, de esta manera serás un ejemplo para que él/ella también aprenda a contarte y a expresar lo que siente. Por ejemplo: Me siento satisfecha y necesito celebrarlo con un abrazo. Me siento triste y necesito compartirlo contigo. Me siento irritada y necesito un minuto de silencio para poder reflexionar.
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Cuando compartas tiempo con tu hijo/a observa la expresión de su rostro, el brillo de sus ojos y su postura corporal para poder identificar qué emoción puede estar sintiendo en ese momento. Recuerda que sus emociones pueden transformarse en un instante.
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Anímale a que te cuente sus cosas y sobre todo pregúntale con curiosidad como se siente y cuáles son sus necesidades. Por ejemplo: ¿Cómo te sientes ahora? ¿Qué necesitas de mí en este momento ¿Cómo puedo ayudarte?
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Cuando tu hijo te hable, interrumpe lo que estés haciendo. Quédate en silencio y dedícale toda tu atención. Escucha con tu corazón sus palabras. Crea un espacio para que se exprese. Tenle en cuenta y dale las gracias. Eres importante para él/ella. Por ejemplo: Gracias por compartir conmigo este tema. Gracias por expresarme como te sientes. Gracias por confiar en mí, me ha encantado escucharte.
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Comprende a tu hija/o a pesar de que no entiendas su actitud ni apruebes su comportamiento. La comprensión es necesaria para evitar los juicios y poder ponerle límites desde el amor y no desde el miedo. En los momentos de enfado y tensión, respira y tómate un tiempo antes de responder.
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Acepta sus respuestas y sus opiniones aunque no sean las que te gustaría escuchar. No le juzgues y respeta su visión, su espacio, su silencio y su tiempo. Agobiarle y contrariarle no te acerca a él/ella. Siempre puedes expresarle lo que observas de forma neutra y negociar con él/ella.
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Sé curiosa para celebrar sus logros y sus avances. Pregúntale ¿qué tienes que celebrar hoy? ¿Qué es lo más bonito que te ha pasado hoy en el cole/universidad/trabajo? ¿Qué compañeros te han hecho sentir bien? ¿En qué te has superado? ¿Cómo te gustaría celebrarlo?
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Confía. Enfócate en su potencial y en todo lo que valoras de él/ella. Hazle reconocimientos y motívale. Por ejemplo: Eres valioso. Eres valiente. Veo en ti fuerza. Eres grande. Veo en ti amor. Eres capaz de lograrlo. Confío en ti. Gracias por haber nacido. Gracias por ser así. También puedes dejarle notitas en su habitación (yo lo estoy haciendo ahora con mi hija y ¡es genial!)
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Juega con tu hija/o al juego del Stop: Cerrad los ojos en silencio y durante un minuto respirad lenta y profundamente. Sentid vuestro cuerpo y las sensaciones y emociones que se despiertan en vosotros. Cualquier emoción (risas, paz, alegría, aburrimiento, tristeza, incomodidad…) que aflore es bienvenida. Al terminar podéis compartir desde la curiosidad como os habéis sentido.