Hoy, después de nuestra partida de padel de los lunes, mis amigas y yo nos hemos tomado nuestra cañita de rigor, y entre palabras, sorbos y cacahuetes, hemos acabado hablando sobre la muerte.
Un gran amigo de mi compañera murió hace tres años, tenía 34, era una persona especial, de esas que te dejan huella, un hombre viajero, lleno de experiencias y que contagiaba su optimismo a todo el mundo. Mi amiga nos hablaba de él con tanta profundidad y realismo que ha sido como conocerle. Hemos llorado, reído y hemos normalizado la muerte.
Hay una frase que me encanta y que siempre tengo muy presente, una frase que mi padre nos repite de vez en cuando:
«El día que me muera quiero que sea más importante el recuerdo que la ausencia»
Pues esta tarde, sin casi darnos cuenta, es lo que hemos hecho. Hemos recordado a este chico, y dentro de la gran pérdida que siente nuestra amiga, las emociones han aflorado de forma natural, porque recordar a alguien querido, de alguna forma, es como volver a pasar un ratito con él.
Un fuerte abrazo,
Gemma