Hay 6 mandatos que escuchamos desde niñas, los adquirimos en la infancia y crecemos con ellos sin tomar conciencia que muchas de nuestras elecciones están marcadas por dichos impulsos, ejemplos o mensajes.
Los «impulsores de la personalidad» o mandatos están basados en el análisis transaccional que fue creado por Enric Berne. Es una herramienta muy útil para analizar y entender nuestros comportamientos.
Sé fuerte: «llorar es de niñas», con este mandato recibimos un claro mensaje: expresar nuestras emociones nos debilita y, si nos mostramos débiles se aprovecharán de nosotras, las personas que han interiorizado en exceso este mandato, no se permiten «estar mal» ni expresar lo que sienten y pueden llegar a acumular en su interior un verdadero tsunami emocional.
Sé buena: «complace», «si eres buena te querrán más», «si eres buena irás al cielo», «no seas egoísta». Aquí recibimos un mensaje que nos dice que para que te quieran tienes que cumplir los deseos de los demás, que tú no eres suficientemente valiosa.
Sé perfecta: «hagas lo que hagas, hazlo bien», con este mandato confundimos la precisión con el detallismo inútil. Las personas que crecen con este impulso arraigado se autoexigen de forma exagerada buscando la «eterna perfección inexistente».
Date prisa: con este mandato se nos dice que hagamos lo que hagamos no llegaremos a tiempo a lo bueno de la vida, que si no corremos constantemente no terminaremos nunca. Con este mensaje la persona se apresura tanto que probablemente comete errores y se enreda todavía más.
Ten cuidado: aquí se nos inculca el miedo y el temor a que pase algo y a que las cosas no salgan bien. «Piensa dos veces antes de hacerlo», «ya te lo decía yo», «no te fíes». Mandatos como estos pueden hacernos sentir muy inseguras e indecisas.
Esfuérzate: «aunque no lo consigas, inténtalo», «en esta vida las cosas se consiguen con esfuerzo». Con este mandato se cuestiona nuestra capacidad y se valora más el esfuerzo que el recorrido y el resultado. Es muy difícil actuar con el foco puesto en el esfuerzo y sacrificio constante, llega un momento que perdemos de vista nuestro deseo/objetivo y con ello el placer y disfrute de lo que hacemos.
Todas las personas tenemos interiorizadas en mayor o menor medida estos mandatos.
Si estos mensajes están sobrevalorados podemos exigirnos en exceso a nosotras mismas y a los demás, al querer honrar al máximo el mandato.
Los impulsores de la personalidad son positivos cuando no nos condicionan a nosotras mismas ni a nuestra vida.
Si somos flexibles desde nuestro YO adulto entenderemos que querer ser a toda costa «buenas», «fuertes», «perfectas», «rápidas» y «precavidas» es altamente estresante y frustrante.
Y aprenderemos a captar la esencia y lo positivo de interiorizar y tomar conciencia de cuales son los mensajes que adquirimos en nuestra infancia, los cuestionaremos y flexibilizaremos.
Personalmente os diré que para mi fue muy revelador conocer y descubrir lo «complaciente» que yo era.
Yo me cuestioné mi mandato «sé buena«.
Fue increíble experimentar que el amor y el querer van mucho más allá de «portarse bien» y de «hacer lo que los demás desean».
Es vivir desde el amor hacia una misma y desde una misma. Es pura autenticidad y libertad. Es dejar de buscar la aprobación de los demás.
Las personas no necesitamos esforzarnos para que nos quieran, porque siendo nosotras mismas ya irradiamos amor. Luego cada cual le dará la forma que quiera a ese amor.
Y tú…¿Cuál es el mandato que tienes más interiorizado?
¡Me encantaría conocer tu opinión y experiencia! ¿Nos lo cuentas? gracias! 🙂
Un abrazo
Gemma